Poemas de:
Feliciano Mejía

ÍNDICE

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FRONTISPICIO TANGO DEL MALVADO
EL LADRON DE MAICAO TOROS
BALADAS DE JIM MORRISON I TUMBA TARANTA
CANTOS: HERVOR CON DUERMEVELA
DOLORA VII DIARIO: PASO DE CAMPAÑA
FAENA DE LOS CERDOS MINUÉ
CEMENTERIO I LA BALADA DE JOE
TESOROS DE PIRATA FORT TEJÓN
HIMNO VERDE SEGUNDO HIMNO VERDE
POSTAL: EL VIEJO DEL MAR DEL NORTE.


FRONTISPICIO

Aquí es mi muralla raída
donde arde mi fuego. 

Si entras, ven:
dobla en dos tu gemido, 
como pañuelo, tu lágrima.

Aquí es donde sueña 
sueños verdes la Mariposa
y el Venado mastica arcoiris.

Pasajero, si has de entrar, 
afila a buido diamante 
tu cólera 
y afuera deja arrojada tu conmiseración.

Esta es la puerta 
de mi casa escarlata.





TANGO DEL MALVADO

Es malo y sufre.

Malvado hasta la santidad.

Y le duele el alma hasta las cachas
y ríe con risa de lata
y duerme con angustia de cernícalo.

En sus noches dementes
oigo su cantar
enmohecido, arrugando el aire.

Tortuoso hasta hacer marchitar
las begonias de la casa
de la mujer que ama.

Es malo, quiróptero,
y anida en su mañana
de brea chamuscada.





EL LADRON DE MAICAO

reía con quimbeo de palomas
huyendo de las balas.

Grandes bocados de pescado marinado
en los toldos tocoloros
de Boca de Ceniza
y picantes vasos de aguardiente metálico.

El ladrón de Maicao
frotaba sus hombros,
desesperado,
y lanzaba hacia el cielo sus manos
y reía
a gritos en el día caliente,
oliendo los sancochos a plena carrera
y escapando a las sirenas
de los guardias traficantes de drogas.

El bruno ladrón era un rayo 
de vida 
en la calina urticante
del puerto caldeado.





TOROS

Los toros que van a morir
esperan en su aprisco,
ebrios de sol
y de cansancio
y de grasa.

(las olas vienen y van, azules)

Los toros que van a morir
están parados -moscardón-moscas-bisbiseos-
en la tabla sin fin de la espera,
ahuecados por la luz mortecina
de lámparas eléctricas esmirriadas.

(las sombrillas por miles
se rasmillan con el viento caldeado
y con los gránulos de arena)

Los garfios de los ganchos
estáticos-serenos;
las reses,
emporcadas sus pezuñas
en el cieno surgido de sus vientres.

(el sol caldea las pieles
repletas de aceites...
masticaciones-alcoholes-televisores
altoparlantes y gritos de carteles
en cada centímetro de este mundo
donde el sol cae)

Los toros.....





BALADAS DE JIM MORRISON

I

TUMBA

Gordos los gatos amodorrados
entre los cipreses,
las cornejas
aspando el bisbiseo
del aire
y las gritonas bandadas de cuervos lerdos:
los buches repletados
de granos del cementerio...

Aquí no hay paz:
sólo un río de dinero
de mármol carcomido.

Sobre la tumba
de Jim
las agujas hipodérmicas
de los ateridos peregrinos
que van a saludar a Jim
en su sueño alucinado
del campo mortuorio
del Padre Lachaise.

Aquí no puede haber paz.

Sólo un grito de silencio
que parece un río
de mármol carcomido.





TARANTA

Huellas de muerte en el polvo
raya la niña suicida;
alfanjes, sus brazuelos moros,
alfanjes agudos, sus pestañas.

Bajo el aliento caldeado
de maitines, bajo el árbol
plateado de lo oscuro,
pasos de agonía daba
la tenue mujer enlutada.

Sudores vitrificados,
gritos verdes,
en el límite final
del vibrar de sus caderas.

Mugen y arañan los vientos, afuera
besando a los pordioseros.





CANTOS

(Gracias a Blaise Cendras por su “Antología Negra”.)

Para Percy, Tania, Nazim, Maywi, Sébatien y Mïlis Yauri Jeanne-Dulmira.

Canto a la lluvia

Yembelé, yembelé tuná.
Yaisla bembe bembé tuná.
¡Ulisla vá, bembelebe vé!

Tunjó oleja ti.
Elfili yá, tundala yá.

Telinla, yabahó.
Telinda, asihá.
¡Ulisla vá, bembelebe vé!

Efir. Efir. Datinga dá.


Aquimpele lulitendo si.
Efir, efir, efirvale si.

¡Ulisla vá, bembelebe vé!



Canto al agua

Agua roja, de la fruta i del hombre, agua.
Agua azul, de las nubes i del aire, agua.

Dame tu bocado,
dame tus pies, agua, agua.

Tú corres entre las piedras i los peces;
tú corres por el corazón de las pencas.
Agua quieta i agua turbia,
agua de las pozas que guardas en tu fondo el cielo,
agua plana.

¡Balam shá! ¡Sís, sis!

Eres buena en mi boca y en mis brazos.
Yo te canto y te apaciguo.
Agua de las chorreras i los líquenes,
no me mates.

¡Balam shá! ¡Sís, sis!



Canto al fuego

Fuego, fuego, fuego de entre la sangre, fuego.
Fuego nuevo en los ojos del cielo, fuego.
Donde estás todo habitas, fuego.

Yo voy en pos de ti, yo voy en tu busca.
En la fruta i en el árbol.
El fuego es el fuego.

Crepitando en la fogata
¿qué hablas?, ¿qué cantas?.
Yo bailo en tu honor i tú sonríes.

Fuego del aire, fuego de la tierra,
¡Oh, fuego!
La noche viene i todo lo iluminas.
Ven, de donde vengas, fuego madre, fuego madre;
yo bailo para ti.

Gota a gota la lluvia cae de las hojas del ciruelo.
Pero tú vives, fuego, fuego, de la tea i de la sangre.


Canto a la luz

Del espacio grande, grande,
donde todo ha sido oscuro,
ha venido. Ahá, ella. Ahá, ella.

¿Qué pasaría que no vino antes?
¿Qué habría antes?

De las garras de Vieri, ave de las dos Cabezas,
se escapó la luz. Se escapó la luz.

El árbol no se vería.
La piedra no se vería.
El camaleón i la tortuga no se verían.
¿Qué, entonces, se vería?
No sé. No me lo preguntes.
La luz ya estaba cuando yo vine.

¡Ahá, ah, éh! ¡Ahá, ah, éh!


Los hombres

La calabaza está creciendo.
Knegún, knegún.

Los hombres dicen que el hombre es bueno
i que el hombre es malo.
Knegún, knegún.

Rué, le, le rué, el hombre más pequeño
puede ser el más grande.
Knegún, knegún.

Rué, le, etin le: los tambores suenan.
Etin le, le etin; los tambores suenan.

Knegún, knegún.
Knegún, knegún, fii.
Fii, fii, knegún fii.



Aren pi, u e né

Bingo de la tierra donde no hay pájaros, 
no eres flor ni árbol.

Bingo dice: alé, i las aguas de los ríos
se abren a su paso.
Bingo dice: ven, i nadie viene.

Están llorando las frondas una leche deleitosa
i la serpiente Uré le da a Bingo
un anillo de marfil.

Bingo de la tierra donde nació el fuego,
tiene la piel más hermosa del mundo.

Bingo juega dando saltos
entre las puntas de los cerros.
¡Huewech, Huewech, Bingo!
que sí nació de madre en nueve esperas.

Bingo: hijo de la piedra
i el pan.



Canción a la madrugada

Oh, madre, triste canto.
Oh, madre, ya no estoy.

La Tierra no tiene a nadie.
Oh, madre, así ha sido.

Mis lágrimas hacen un lago
lleno de peces. Oh, madre.

De mi boca ya no nacen flores.
Oh, madre, ¿qué ha pasado?

La noche ha llegado a mi corazón.
Oh, madre, oh, madre.
Triste canto.


A eeeeeee, oh! Eeeee

La muerte viene
sobre las aguas del río, 
en el canto de los pájaros, viene.
Nadie la detendrá.
Uge nú, ya. Nadie. Nadie.

Mis ojos ya no verán cosa alguna.
Alguien me ha matado.

Dame mi corazón,
dame mis manos,
dame mi sonrisa.
Uge nú, ya. Árbol, te entrego mi alma.


Así, así, ¡yelle, yelle!, así

La luna en el cielo.
El sol en el cielo.
La luz los ha unido:
sobre la luz el espíritu.

Vida, canto i muerte.





HERVOR CON DUERMEVELA


Orgabardo, el abuelo de ojos cuneiformes,
soñó que hervía patatas y pescado
para su tenue y alada mujer;
pero al despertar bañado por la lluvia
de asco,
vio que la sangre, ligera
como peces de mercurio, huía
de sus axilas;
y las apestadas balas de los soldados
seguían aún perforando su antigua piel.





DOLORA VII


Como un alfanje moro,
como un florete de hielo,
como un fondo de horno
de oro incandescente,
como un rígido abismo
desgajando
su risa y su amor apretujado
en estos cinco siglos,
te pienso, amada.

Riverside, 9.IX.97



DIARIO: PASO DE CAMPAÑA

Ajada, la piel del día
reverbera, cual una tripa, bajo el sol,
besada y perforada
por la turba enceguecida
de moscas y mosquitos.

La sed enervada de gallo de pelea,
la murriña y la acidez del gesto entre los pelos,
y el hambre en su literal gozne,
inundando las calles y villorrios
y la amarga alegría transida de pánico
de los Entorchados
en esta Patria
avergonzada...

Hasta dónde y cuándo, avergonzada...





FAENA DE LOS CERDOS

Rancios, ásperos, salados
olores de cadáveres
en el centro de la planicie verde.

Serenos y felices, como mirando
el fondo del mar, de piedra y de brillo;
tranquilos
se quedan los muertos:
el dulce sol de primavera
les baña y las mariposas cintilan
y el aire dulce se emponzoña
olisqueando los orificios
de los pechos y las sienes.

(En la pesada tarde amarilla
los helicópteros
ambulan avispas monocordes).




MINUÉ

Arde, brasa mi corazón.
¿Hasta cuándo la noche durará?





CEMENTERIO I

Para Menardo Vanegas Martínez
el Nica.

Pomatambo.
Un frío de navaja
y aullido de estrella.

En mi sombra,
grillos de caolín y lana.
Al borde del precipicio
brilla el camino en la noche.
Oh, cabalgar de la muerte
en la sola Pomatambo.

Danza. El camino es una herida
que ha de frutecer, seguro.
Danza. La tierra esponjada está y preñada.
Danza. La muerte casca mentiras
de águila enloquecida.

Pomatambo. Ay, lago de sangre
y no olvido.





LA BALADA DE JOE

Fue por la avenida Reed,
frente al cartel de hamburguesas
de la carretera que va para Nevada,
bajo las palmas,
entre las raíces,
que Joe Kirpatrick, el Rengo, dejó,
empapelada en papel manteca,
su metralleta azul.

La guardó como se guarda una joya
o una bolsa de pan:

la dejó con preocupaciones de padre,
la dejó con precauciones de enfermo,
la dejó 
para que descansara
luego de la matanza de Bel Air.

Que duerma, que descanse, decíase degustando chop-suey,
ya mañana despertará.

Si, fue por la avenida Reed,
cuando caía el sol,
cuando los carros se hundían en la noche...



TESOROS DE PIRATA

El Bucanero tiene una alegría magra,
estentórea y gritona, dos hijas
y una hermosa esposa
que ríe y llora y que vuelve a reír
y bebe y se emborracha
de cuando en vez;
y tiene un pelo largo retinto de señora
o Jesucristo -vaya, y escoja Ud.-
un largo párpado roto,
un grueso diente de oro,
una sobada papada de obispo,
diez dedos gordos como puros morenos,
un collar de platino,
un pecho de gorila,
una agreste voz de niño
donde se acurruca su ternura de felpa,
un corazón enternecido del tamaño de un amanecer de Nebraska,
una mejilla partida de un hachazo,
recuerdo veloz de una noche de alcohol y marihuana
por los prados ventosos de Coalinga,
un auto azul turquesa del tamaño de un burro
o de un carretón de transporte de coles,
una barriga señorial y respetuosa,
una casa alquilada, precaria, cariñosa,
caliente y fría, según el temporal;
y su grito de guerra que es antorcha y es médula
en su peregrinar.

Y con esos tesoros
comienza a construir
una muralla que no tiene por dónde terminar.





FORT TEJÓN

Llueve una lluvia de polvo
en las peladas colinas del Fuerte Tejón,
en las estriadas colinas amarillas:

mugen lo automóviles bajo un sol palillo
como llorando
como llorando la muerte
la muerte de Sabine Dee,
de Sabine, la de las tetas de melocotón.

Llueve y un árbol solitario se recorta
en la misma cima del monte pelado,
luchando contra el viento
contra el viento mojado
contra el viento y las vibraciones
de las torres eléctricas que van
hacia Canyon Bay.

Llueve, y ya no existen más
los huecos esqueletos de la pradera.





HIMNO VERDE

Albaicí de benjuí y lavanda en flor,
transida de mi alegra y amor:
deja que vaya hacia tus brazos
y me cobije en tu pecho,
mientras el corro de soldados ronda
en las oscurecidas calles
y el bronco canto retumbe en la oquedad.

(Cóndor y Toro) (Serpiente y Cerdo)

Cúbreme con el olor de tu mirada,
protégeme ya (amada - amado);
y que el ojo vidriado no me vea,
hasta que pase el tiempo de la sombra 
y salte del carbón la Fogata
y muera el dolor.

Y haz que mis heridas duelan menos,
haz que mi canto contenga eterna miel,
haz que mi cólera como siempre construya,
y al final, ven, conmigo, caminando
con todos, así, libremente...Amor!.



SEGUNDO HIMNO VERDE

Cierto día, un día, lloró en silencio
Albaicí,
y de sus faldas huyó el copo de alegría.

Su perfil se fijó en las ramas del melocotonero en flor,
en las riberas de las montañas llenas de humedad y verdor:
hoy, donde sus huellas pasaron
rebotan los recuerdos de las risas de los niños
(ellos crecieron entre las palmeras y las dalias)
destrozados por las bombas de napalm
arrojadas entre las nieves de los Andes.

Pero yo veo aún cómo caen las lágrimas de la herida Albaicí...

Mi alma de nuevo se estremece
y se acurruca a sus pies;
sin embargo es largo mi camino
y pasa el tiempo
frotando sus dolores,
y pasa lento el torpor,
y viene el horizonte
repleto de sol puro y claveles rojos en flor,
y veo
y reveo y veo que se acerca...
acercándose....!




POSTAL: EL VIEJO DEL MAR DEL NORTE.

El anciano calamocano bebe
aguardiente de trigo.
Profundo saco de vidrio
se hace su ojo sano:
críspace entre sorbos
su barba amarilla y raleada.

Tras las ventanas se alongan las cruces góticas
de la iglesia del barrio de putas
y negros de poros abiertos,
y jóvenes de narices rojas
de dientes carcomidos
se van por la calle Van Dam,
por la vieja y hermosa estación de trenes,
a conseguir morfina.

El viejo marino,
en el bar de pomos de bronce
y gigantes arañas de madera,
pausado bebe ginebra
y me mira y me pregunta sobre el Perú
y la larga resistencia muda
y la guerra larga de hoy;
y mira
y me mira
dibujar sobre el mármol
tu nombre

Afuera hace frío y llueve
y el asfalto está helado
y cintila.





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