Poesía de: 
Salvador Novo

ÍNDICE
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UN AÑO MÁS EL RETORNO 
BREVE ROMANCE DE LA AUSENCIA TEMA DE AMOR
TÚ, YO MISMO ESTE PERFUME
JUNTO A TU CUERPO AMOR
NO PODEMOS ABANDONARNOS LA PENA DE PERDERTE 
GRACIAS, SEÑOR FLORIDO LAUDE
MI VIDA ES COMO UN LAGO  LA RENOVADA MUERTE DE LA NOCHE
HOY NO LUCIÓ LA ESTRELLA DE TUS OJOS AL POEMA CONFÍO
EL AMIGO IDO  EPIFANIA
1955 1961


EL RETORNO

Vieja alameda triste en que el árbol medita,
en que la nube azul contagia su quebranto
y en que el rosal se inclina al viento que dormita:
te traigo mi dolor y te ofrezco mi llanto.

He vuelto. Soy el mismo. La misma sed que me aqueja
y embelesa mi oído idéntica canción,
y soy aquel que ama el minuto que deja
un poco más de llanto dentro del corazón.

He vuelto. A tu silencio otoñal, he buscado
vanamente mis huellas entre todas las huellas,
y mi ilusión es una hoja muerta de aquellas
que estremecía el viento y que el sol ha dorado.

Y mientras quiero acaso recomenzar la senda
y un mal irremediable consume los destellos
del sol, vieja alameda, y te guardo mi ofrenda,
tú contemplas mis ojos y miras mis cabellos.



UN AÑO MÁS

Un año más sus pasos apresura;
un año más nos une y nos separa;
un año más su término declara
y un año más sus límites augura.

Un año más diluye su amargura;
un año más sus dones nos depara;
un año más, que con justicia avara
meció una cuna, abrió una sepultura.

¡Oh! dulce amigo, cuya mano clara
en cifra de cariño y de ternura
la mía tantas veces estrechara!

Un año más el vínculo asegura
de su noble amistad, alta y preclara.
¡Dios se lo otorgue lleno de ventura!



BREVE ROMANCE DE LA AUSENCIA

Único amor, ya tan mío
que va sazonando el Tiempo:
¡qué bien nos sabe la ausencia
cuando nos estorba el cuerpo!

Mis manos te han olvidado
pero mis ojos te vieron
y cuando es amargo el mundo
para mirarte los cierro.

No quiero encontrarte nunca,
que estás conmigo y no quiero
que despedace tu vida
lo que fabrica mi sueño.

Como un día me la diste
viva tu imagen poseo,
que a diario lavan mis ojos
con lágrimas tu recuerdo.

Otro se fue, que no tú,
amor que clama el silencio
si mis brazos y tu boca
con las palabras partieron.

Otro es éste, que no yo,
mudo, conforme y eterno
como este amor, ya tan mío
que irá conmigo muriendo.



TEMA DE AMOR

Dentro de estos cuatro muros 
pretendí ocultar mi dicha: 
Pero el fruto, pero el aire 
¿cómo me los guardaría?

Hora mejor que pospuse, 
voces que eran para mí, 
camino que no elegí 
destino que no dispuse; 
¡cómo os volvisteis oscuros! 
¡qué amargo vuestro sabor 
cuando nos encerró mi amor 
dentro de estos cuatro muros! 

Entre tu aurora y mi ocaso 
el Tiempo desaparecía 
y era nuestra y era mía 
sangre, labio, vino y vaso. 

En perdurar se encapricha 
mi sombra junto a tu luz 
y bajo negro capuz 
pretendí ocultar mi dicha.
Pero el fruto, pero el aire, 
pero el Tiempo que no fluya, 
pero la presencia tuya 
fuerte, joven, dulce, grande; 
sangre tuya en vena mía, 
lazos a instantes maduros, 
dentro de estos cuatro muros 
cómo me los guardaría? 





TÚ, YO MISMO

Tú, yo mismo, seco como un viento derrotado 
que no pudo sino muy brevemente 
sostener en sus brazos una hoja 
que arrancó de los árboles... 
¿cómo será posible que nada te conmueva 
que no haya lluvia que te estruje 
ni sol que rinda tu fatiga? 

Ser una transparencia sin objeto 
sobre los lagos limpios de tus miradas.
¡Oh tempestad, diluvio de hace ya mucho tiempo! 
Si desde entonces busco tu imagen 
que era solamente mía 
si en mis manos estériles ahogué 
la última gota de tu sangre, y mi lágrima, 
y si fue desde entonces indiferente el mundo, 
e infinito el desierto, 
y cada nueva noche, 
musgo para el recuerdo de tu abrazo, 
¿cómo en el nuevo día tendré sino tu aliento, 
sino tus brazos impalpables entre los míos? 

Lloro como una madre 
que ha reemplazado al hijo único muerto. 
Lloro como la tierra que ha sentido dos veces 
germinar el fruto perfecto y mismo. 
Lloro porque eres tú para mi duelo 
y ya te pertenezco en el pasado.




ESTE PERFUME

Este perfume intenso de tu carne, 
no es nada más 
que el mundo que desplazan y mueven 
los globos azules de tus ojos, 
y la tierra y los ríos azules de las venas 
que aprisionan tus brazos. 
Hay todas las redondas naranjas 
en tu beso de angustia, 
sacrificado al borde de un huerto en que la vida 
se suspendió por todos los siglos de la mía.

¡Qué remoto era el aire infinito 
que llenó nuestros pechos! 
Te arranqué de la tierra 
por las raíces ebrias de tus manos 
y te he bebido todo, !oh fruto perfecto y delicioso! 
Ya siempre cuando el sol palpe mi carne, 
he de sentir el rudo contacto de la tuya 
nacida de la frescura de una alba inesperada, 
nutrida en la caricia 
de tus ríos claros y puros como tu abrazo, 
vuelta dulce en el viento que en las tardes 
viene de las montañas a tu aliento, 
madurada en el sol de tus dieciocho años, 
cálida para mí que la esperaba. 



JUNTO A TU CUERPO

Junto a tu cuerpo totalmente entregado al mío 
junto a tus hombros tersos 
de que nacen las rutas de tu abrazo, 
de que nacen tu voz y tus miradas, claras y remotas, 
sentí de pronto el infinito vacío de su ausencia. 

Si todos estos años que me falta 
como una planta trepadora que se coge del viento 
he sentido que llega o que regresa en cada contacto 
y ávidamente rasgo todos los días un mensaje 
que nada contiene sino una fecha 
y su nombre se agranda 
y vibra cada vez más profundamente 
porque su voz no era más que para mí oído, 
porque cegó mis ojos cuando apartó los suyos 
y mi alma es como un gran templo deshabitado. 

Pero este cuerpo tuyo es un dios extraño 
forjado en mis recuerdos, reflejo de mí mismo, 
suave de mi tersura, grande por mis deseos, 
máscara, estatua que he erigido a su memoria.




AMOR

Amar es este tímido silencio 
cerca de ti, sin que lo sepas, 
y recordar tu voz cuando te marchas 
y sentir el calor de tu saludo. 

Amar es aguardarte 
como si fueras parte del ocaso, 
ni antes ni después, para que estemos solos 
entre los juegos y los cuentos 
sobre la tierra seca. 

Amar es percibir, cuando te ausentas, 
tu perfume en el aire que respiro, 
y contemplar la estrella en que te alejas 
cuando cierro la puerta de la noche. 




NO PODEMOS ABANDONARNOS

No podemos abandonarnos, 
nos aburrimos mucho juntos, 
tenemos la misma edad, 
gustos semejantes, 
opiniones diversas por sistema. 

Muchas horas, juntos, 
apenas nos oíamos respirar 
rumiando la misma paradoja 
o a veces nos arrebatábamos 
la propia nota inexpresada 
de la misma canción. 

Ninguno de los dos, empero, 
aceptaría los dudosos honores 
del proselitismo.



LA PENA DE PERDERTE

Al poema confío la pena de perderte.
He de lavar mis ojos de los azules tuyos,
faros que prolongaron mi naufragio.
He de coger mi vida desecha entre tus manos,
leve jirón de niebla
que el viento entre sus alas efímeras dispersa.
Vuelva la noche a mí, muda y eterna,
del diálogo privada de soñarte,
indiferente a un día
que ha de hallarnos ajenos y distantes.



GRACIAS, SEÑOR

Gracias, Señor, porque me diste un año
en que abrir a tu luz mis ojos ciegos;
gracias porque la fragua de tus fuegos
templó en acero el corazón de estaño.

Gracias por la ventura y por el daño
por la espina y la flor; porque tus ruegos
redujeron mis pasos andariegos
a la dulce quietud de tu rebaño.

Porque en mí floreció tu primavera;
porque tu otoño maduró mi espiga
que el invierno guarece y atempera.

Y porque, entre tus dones, me bendiga
-compendio de tu amor- la duradera
felicidad de una sonrisa amiga.




FLORIDO LAUDE

Lo menos que yo puedo
para darte las gracias porque existes
es conocer tu nombre y repetirlo.

Si brotas de la tierra,
hostil de espinas, ávida de cielo,
en vigoroso impulso
y ofreces un capullo a la caricia
leve del viento y cálida del día,
sé que abrirás a la mañana bruja
tu perfección efímera en la Rosa.

Conozco tu perfume y tu destino,
piel de doncella, hostia múltiple;
tu breve día, tu don. Miro el momento
en que brindas tu lecho nupcial a las abejas;
o el colibrí se pinta en tus colores
y desmayas tus pétalos de seda,
conchas del mar del aire en que naufraga
tu vida breve y tu perfume rosa.

Yo repito tu nombre cuando veo,
ave suntuosa y vegetal, tu nido
anclado en aquel árbol que te nutre.
Las plumas de tus pétalos, Orquídea;
el silencio en que cantan tus colores.

Y te busco en la sombra;
bajo el ala del árbol que te oculta,
en los ramos redondos
en que entonas a coro tus azules, Hotensia.

Pero también te admiro y te saludo
y repito tu nombre proletario
cuando tiendes, Mastuerzo,
tus frágiles somvrillas, tus trémulas sombrillas
disciplinadas y redondas, 
en que tiembla el rocío,
y atreves la sencilla
ofrenda de tus conos amrillos
a la mano del niño que te inmola.

Y a ti, Cortina humilde
que abres el sol y cierras a la noche
tus sueños de trocarte en Bugambilia;
y a ti, que en el violento
grito de tu amarillo
ostentas en colores, Mercadela,
el perfume negado a tu pobreza.

Y contemplo tu rostro, Margarita,
tu cuello almidonado e impecable,
tu uniforme escolar para la fiesta,
tu faz redonda, ingenua.

Saludo a tus hermanas mayores en las Cinnias
que aprendieron ya el arte de maquillarse;
que copiaron su labio pintado a la Petunia
mientras tiende su beso
y asoma su coqueta esbeltez entre las turbas
del Cielo raso que la rapta.

Miro cómo el Acanto
lanza la espiga erecta de tus torres
y cómo los Delfinios
yerguen, música azul, sus campanarios.
¿Qué licor impalpable
brindan, alto Alcatraz, tus copas blancas?
¿Qué cielo multiplicas, Agapanto,
cuando rindes la nuez de tu universo
desde el brazo tendido de tu tallo?

Te miro, Platanillo,
cresta airosa de un gallo de alas verdes;
tan lleno de familia
que no has podido ser una Gladiola,
y te resignas a tu sino
del pariente más pobre de esa rica
dueña de tiendas, celofán y rasos.

Cerca está la Retama;
sus largos alfileres
capturan mariposas menudas y amarillas.
El polen de sus alas prisioneras
cuelfan en uvas minpusculas la Mimosa vecina.

Lo menos que yo puedo
para darte las gracias porque existes
oh, flor, milagro múltiple
es conocer tu nombre y repetirlo.

Danza el Geranio inmóvil sus enaguas gitanas
en tiesto humilde.
Cuando llegue el invierno;
cuando duerman las Dalias su gestación de piedra;
cuando nieven los Lirios su cándido capullo;
cuando la Nochebuena despliegue sus estrellas,
vestirán las azaleas trajes de bailarina
faldas de leves tules y lánguidos pistilos.
Serán tu aristocracia, Geranio, las Azaleas.





MI VIDA ES COMO UN LAGO

Mi vida es como un lago taciturno.
Si una nube lejana me saluda,
si hay un ave que canta, si una muda
y recóndita brisa
inmola el desaliento de las rosas,
si hay un rubor de sangre en la imprecisa
hora crepuscular,
yo me conturbo y tiendo mi sonrisa.
¡Mi vida es como un lago taciturno!
Yo he sabido formar, gota por gota,
mi fondo azul de ver el Universo.
Cada nuevo rumor me dio su nota,
cada matiz diverso
me dio su ritmo y me enseñó su verso.
Mi vida es como un lago taciturno....




LA RENOVADA MUERTE DE LA NOCHE

La renovada muerte de la noche 
en la que ya no nos queda 
sino la breve luz de la conciencia 
y tendernos al lado de los libros 
de donde las palabras escaparon sin fuga, 
crucificadas en mi mano, y en esta cripta de familia 
en la que existe en cada espejo 
y en cada sitio la evidencia del crimen 
y en cuyos roperos dejamos 
la crisálida de los adioses irremediables 
con que hemos de embalsamar el futuro, 
y en los ahorcados que penden de cada lámpara, 
y en el veneno de cada vaso que apuramos, 
y en esa silla eléctrica 
en que hemos abandonado nuestros disfraces 
para ocultarnos bajo los solitarios sudarios, 
mi corazón ya no sabe sino marcar el paso 
y dar vueltas como un tigre de circo 
inmediato a una libertad inasible. 
Todos hemos ido llegando a nuestras tumbas 
a buena hora, a la hora debida, 
en ambulancias de cómodo precio 
o bien de suicidio natural y premeditado. 
Y yo no puedo seguir trazando un escenario perfecto 
en que la luna habría de jugar un papel importante, 
porque en estos momentos 
hay trenes por encima de toda la tierra 
que lanzan unos dolorosos suspiros 
y que parten, 
y la luna no tiene nada que ver 
con las breves luciérnagas que nos vigilan
desde un azul cercano y desconocido 
lleno de estrellas políglotas e innumerables.





HOY NO LUCIÓ LA ESTRELLA DE TUS OJOS

Hoy no lució la estrella de tus ojos. 
Náufrago de mí mismo, 
húmedo del brazo de las ondas, 
llego a la arena de tu cuerpo 
en que mi propia voz nombra mi nombre, 
en que todo es dorado y azul como un día nuevo 
y como las espigas herméticas, perfectas y calladas. 
En ti mi soledad se reconcilia para pensar en ti. 

Toda ha mudado 
el sereno calor de tus miradas 
en fervorosa madurez mi vida. 
Alga y espumas frágiles, mis besos 
cifran el universo en tus pestañas, 
-playa de desnudez, tierra alcanzada 
que devuelve en miradas tus estrellas. 

¿A qué la flor perdida 
que marchitó tu espera, 
que dispersó el Destino? 
Mi ofrenda es toda tuya en la simiente 
que secaron los rayos de tus soles.
Al poema confío la pena de perderte. 
He de lavar mis ojos de los azules tuyos, 
faros que prolongaron mi naufragio.

He de coger mi vida deshecha entre tus manos, 
leve jirón de niebla 
que el viento entre sus alas efímeras dispersa. 
Vuelva la noche a mí, muda y eterna, 
del diálogo privada de soñarte, 
indiferente a un día 
que ha de hallarnos ajenos y distantes. 


AL POEMA CONFÍO

Al poema confío la pena de perderte.
He de lavar mis ojos de los azules tuyos,
faros que prolongaron mi naufragio.
He de coger mi vida desecha entre tus manos,
leve jirón de niebla
que el viento entre sus alas efímeras dispersa.
Vuelva la noche a mí, muda y eterna,
del diálogo privada de soñarte,
indiferente a un día
que ha de hallarnos ajenos y distantes.





EL AMIGO IDO


Me escribe Napoleón:
"El Colegio es muy grande,
nos levantamos muy temprano,
hablamos únicamente en inglés,
te mando un retrato del edificio..."

Ya no robaremos juntos dulces
de las alacenas, ni escaparemos
hacia el río para ahogarnos a medias
y pescar sandías sangrientas.

Ya voy a presentar sexto año;
después, según las probabilidades,
aprenderé todo lo que se deba,
seré médico,
tendré ambiciones, barba, pantalón largo...

Pero si tengo un hijo
haré que nadie nunca le enseñe nada.
Quiero que sea tan perezoso y feliz
como a mí no me dejaron mis padres
ni a mis padres mis abuelos
ni a mis abuelos Dios.




EPIFANIA

Un domingo
Epifania no volvió más a la casa.

Yo sorprendí conversaciones
en que contaban que un hombre se la había robado
y luego, interrogando a las criadas,
averigüé que se la había llevado a un cuarto.
No supe nunca dónde estaba ese cuarto
pero lo imaginé, frío, sin muebles,
con el piso de tierra húmeda
y una sola puerta a la calle.
Cuando yo pensaba en ese cuarto
no veía a nadie en él.
Epifania volvió una tarde
y yo la perseguí por el jardín
rogándole que me dijera qué le había hecho el hombre
porque mi cuarto estaba vacío
como una caja sin sorpresas.
Epifania reía y corría
y al fin abrió la puerta
y dejó que la calle entrara en el jardín.




1955

Al poema confío la pena de perderte.
He de lavar mis ojos de los azules tuyos,
faros que prolongaron mi naufragio.
He de coger mi vida desecha entre tus manos,
leve jirón de niebla
que el viento entre sus alas efímeras dispersa.
Vuelva la noche a mí, muda y eterna,
del diálogo privada de soñarte,
indiferente a un día
que ha de hallarnos ajenos y distantes.



1961

Gracias, Señor, porque me diste un año
en que abrí a tu luz mis ojos ciegos;
gracias porque la fragua de tus fuegos
templó en acero el corazón de estaño.

Gracias por la ventura y por el daño
por la espina y la flor; porque tus ruegos
redujeron mis pasos andariegos
a la dulce quietud de tu rebaño.

Porque en mí floreció tu primavera;
porque tu otoño maduró mi espiga
que el invierno guarece y atempera.

Y porque, entre tus dones, me bendiga
-compendio de tu amor- la duradera
felicidad de una sonrisa amiga.



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